1.1.3 Ética en el ejercicio de la ciudadanía

El comportamiento ético para un ciudadano es comportarse acorde a los cánones y costumbres impuestos por la propia sociedad en que se vive para así poder vivir en una mejor sociedad en donde todos seamos miembros de ella y en donde nadie diste de otra persona y la perjudique para así poder ejercer el derecho de ciudadano. Por ejemplo en asesino o un delincuente no tienen un comportamiento ético en la sociedad como ciudadanos porque no van con la sociedad, afectan a la correcta relación entre los ciudadanos y el estado, nadan por decirlo de alguna manera "contra la corriente" y por ende este comportamiento debe ser castigado con cárcel, despojo del grado de ciudadano, etc, etc.

Como sujetos morales, podemos encarnar esos valores cívicos en nuestras propias vidas como ciudadanos, conciliando así lo personal con lo público. Se refiere a: la tolerancia radical, es decir, el reconocimiento de todas las formas de vida y de todas las necesidades humanas; la valentía cívica, entendida como la capacidad de alzar la voz por una causa y por los que no pueden acceder a la palabra; la solidaridad activa con los grupos más desfavorecidos que sufren alguna forma de violencia u opresión - la indiferencia es también una violencia- por parte de las instituciones; el juicio justo, valorativo pero objetivo y sereno; la disponibilidad a la comunicación racional que nos obliga a exponer nuestros argumentos y escuchar los de los demás y buscar acuerdos en torno a las normas más justas; y la prudencia, es decir, el conocimiento crítico de las normas y la aplicación de las mismas a los casos que se nos presentan y a las decisiones que tomamos.

Así la democracia no es tanto un asunto de casillas electorales, sino de que la ciudadanía comprenda la realidad, que explique su mundo para que pueda transformarlo.

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